Tuesday, January 09, 2007

Restaurar

Sólo una pequeña habitación silenciosa es capaz de devolverme la templanza. Y el trabajo, también. Son las dos únicas situaciones en las que pretendo ejercitar la coherencia, y eso es lo que se muestra. En otras palabras no importo yo, no me importo a mí misma, o deseo que por un largo período así sea. Hacia fuera, el mundo exterior trae mucho ruido, conversaciones, proyectos de trabajo. Hacia fuera parece que hubierea un camino por recorrer, cosas por hacer, vida por vivir.
Es la única lección clara que aprendí de otra persona en el pasado, o tal vez la única que tiene sentido y que recién ahora logro comprender. Mucho trabajo para desviar lo que ocurre conmigo, mucho trabajo para olvidar, para acabar con la memoria personal que produce vértigo y sueños de terror en donde conozco a los protagonistas, y son tan vívidos que prefiero tener insomnio que sufrir en el sueño que debería ser reparador.
La pregunta que me hago es cuál es mi límite, si hay algo más por terminar, si hay algo más por destruir u odiar. O si simplemente se trata del paso del tiempo. Para responderme ensayo ritos adivinatorios, le pregunto a mi tarot, le exijo una respuesta.

5 comments:

Anonymous said...

Tus límites, nuestros límites, son la muerte y el miedo, incluído el miedo a la muerte.

Un abrazo.

César Eduardo Galarza said...

"Mucho trabajo para desviar lo que ocurre conmigo, mucho trabajo para olvidar, para acabar con la memoria "

Hay días en que uno dice:
necesito sueldo fijo y aguinaldo
decir, trabajo allí, estable, tercer piso/...
... y consuela geografías/
leyendo en el subte de apurado...

fragmento de "Lo tremendo" de Julio César Silvain

(suspiro)

El Escaparate, sí el señor escaparate ;)

Anonymous said...

Mucho trabajo para esconderte del espejo que no quieres ver. Pasa. Siempre pasa. Es como que te agazapas al frente del vidrio que te refleja tratando de huir de la imagen, de la verdad que publica, que duele, que marca. Creo que esa es la realidad. La de la huida.

Anonymous said...

Mucho trabajo para esconderte del espejo que no quieres ver. Pasa. Siempre pasa. Es como que te agazapas al frente del vidrio que te refleja tratando de huir de la imagen, de la verdad que publica, que duele, que marca. Creo que esa es la realidad. La de la huida.

Unknown said...

mantenerse ocupado para no pensar, para no enfrentar los demonios que nos asustan... cerrar los ojos a la realidad intima que nos convierte en frágiles seres de cristal... doparnos de rutina para no sentir por un día nada más...