Thursday, January 25, 2007

Autoconstruir una vida


Hace nueve años el invierno fue tan fuerte que la comunidad Judith Ortega de Milagro se sumergió dos metros bajo el agua. Hoy, aunque las lluvias todavía son débiles, el municipio de esta ciudad empieza a rellenar lo que puede.
Durante el trágico invierno del Niño, Salma Cerezo Pilco tuvo que cambiar su domicilio y supo que otras personas que conocía se albergaron en la Universidad Estatal. También se enteró de que una fundación donó alimentos, vestimenta y medicinas.
Después del fenómeno de El Niño las personas regresaron a Judith Ortega, y aunque el nivel de agua estaba bajando, la destrucción de lo poco que tenían saltaba a la vista. Las donaciones siguieron llegando y la ayuda de Hogar de Cristo, la fundación que se encarga de dotar de un techo a los que no lo tienen proporcionó casas a casi 150 personas de este sector. Esta intervención fue trascendental, sobre todo para la vida de Salma Cerezo Pilco, que empezó a frecuentar las charlas, talleres y a recibir los beneficios de los programas de alimentación que las fundaciones habían emprendido en Milagro. Como habitante de uno de los sectores más deprimidos de la ciudad, los suburbios milagreños, esta mujer se dio cuenta de que estas organizaciones hacían lo que los gobiernos jamás habían hecho.
“Recuerdo que las casitas costaron un millón cuatrocientos mil sucres, y se daba una entrada de 200.000 y se pagaba 50.000 sucres mensuales. Después de un tiempo, llegaron los proyectos de otra fundación" Ella se refiere a Un kilo de ayuda de Nobis, por el cual mensualmente las familias inscritas reciben víveres que ayudan a completar la deficitaria canasta familiar.
Hasta esta época Salma no estaba involucrada en el trabajo de las fundaciones, aunque le pareció que podía aplicar a un trabajo con ellas.
Salma, que nació en Naranjito y que se mudó a Milagro después de haberse casado , me cuenta que había estudiado Marketing en la Universidad, por lo tanto intentó conseguir un trabajo en la Fundación Nobis. “El problema era que mi título no era compatible con lo que hacían ellos, así que de todas maneras comencé a ayudar en lo que podía. Colaboré con los censos, con las entrevistas, era como si fuera una especie de secretaria”.


Con el tiempo, por su tenacidad y don de gente, se ha convertido en promotora para el programa del FODI, instaurado por el Ministerio de Bienestar Social “Queremos ver en el niño el máximo desarrollo, y por eso visito las casas de las madres inscritas en el programa para enseñarles a estimular a sus hijos. Mi trabajo es de horario completo”.
Mientras Salma cuenta su experiencia en el trabajo comunitario, observa cómo una volqueta del Municipio rellena el camino lodoso. Ella ha estado vigilando el proceso todo el día porque sus vecinos se lo han pedido. Cuando necesitan que alguien hable, Salma es la primera persona en la que piensan. Mientras conversamos los vecinos se van acercando y en los pocos silencios que deja Salma, van diciendo algunos de sus problemas. En las casas cercanas las mujeres mayores se asoman por las ventanas y nos hacen señas para que vayamos para allá.
“A pesar de que había trabajado antes, era distinto; hoy estoy más vinculada con las personas. A veces hasta me toca ser confidente. Me gusta ayudar al prójimo, sin esperar nada a cambio”, es lo que dice Salma que habla por los otros también.
"Aquí en Milagro no hay empleo, sólo los que trabajan en el Ingenio lo tienen y el resto de gente dice que se va a palear por allá lejos, o a dónde sea".
Mañana Salma supervigilará la entrega de materiales para un programa de autoconstrucción de viviendas, una vez más, que organismos no gubernamentales envían para la comunidad Judith Ortega.

1 comment:

Anonymous said...

Bacán; se necesita más gente así, con la iniciativa de empezar algo sin esperar que los demás lo hagan primero.

Se te extrañaba Anita. Un abrazo.