Sunday, November 25, 2007

La escritura y los morados

Ya empezó el calor... y en la calle todos dicen: "Será el peor invierno". Así que no voy a decirles que lo mismo una escucha desde que se acuerda del calor de Guayaquil, porque eso sería tan tan redundante y aburrido.
El calor tiene una nueva historia, así la ha catalogado Extraña que empezó a buscar un trabajo nocturno y no lo encontró y por eso sin misterio aceptó que el Destino le ha deparado una computadora compartida y cuatro moretones en la pierna derecha, por el momento.
El puerto ha empezado a descubrirse, muy parecido a cuando por las madrugadas esa bruma que descansa sobre las aguas del Guayas se difumina por el efecto de la luz del sol. De la misma manera Extraña que ya no se llamará extraña sino Morelia, por cierto, una Morelia cálida, y no fría ni amortajada, sino muy muy tropical.
Morelia, por fin, aceptó que es una escritora, y además a punto de publicar un libro o un bodrio, eso es lo de menos, la cuestión es dar a luz un hijo de papel, con pocas hojas, a veces espesas que condense el universo de las búsquedas en el puerto.
Los moretones son marcas, obvio, la pregunta es ¿quién marca el cuerpo de Morelia de ese modo y por qué? Sí, es cierto que Morelia lo permitió. Todas la mañanas cuando se va a bañar observa que los colores que al principio eran verde oscuro van mutando hacia un morado rosa, tan particular, tan extraño, que no sabe todavía si en realidad dentro de los moretones hay dibujos, unos mapas que hablan de un principio accidentado, incierto como siempre, eso si, cabe decir, bastante placentero. Por principio, Morelia, planteará a su compañero sexual que basta de moretones, que una mujer decente no puede andar marcada como prostituta. Lo que Morelia no le dirá al compañero sentimental -perdón-, sexual, es que secretamente la idea de ser una prostitutilla, mezcla de puta y frutilla le viene bien, de momento. Esto del inconsciente la está matando, digo, nos está matando, pero de diversión.