Saturday, July 14, 2007

Los colores de la gente


Aunque este diario empieza en el puerto, a veces toca trasladarse y yo encontré en una callecita adoquinada de Cuenca, un sitio perdido en el tiempo. La tienda era de madera y en las vitrinas había botones, cintas, lanas. Guíada por los colores de las faldas entré porque siempre he querido tener una, para usar a diaro con sandalias. Así como pueden ver en la foto, yo las miraba hasta que pregunté cuánto costaban: ninguna de ellas valía menos de 20 dólares, así que con los colores en la retina seguí caminando por esa ciudad tan alejada del puerto, pero tan cercana.

En mi fantasía no caminé sola por esas calles: estaba acompañada, pero esa es otra historia fundamental, que pertenece al plano de lo que no se dice. Lo que no se dice es imprescindible, irrevocable, interminable, una verdadera espiral que se puede confundir con lo que es vanal, lo que carece de valor. Lo que no se dice tiene una lógica inversa. No te digo que te amo porque es un hecho, así que me quedo callada para no ahondar un abismo, que es abismo porque callo. Y luego el paso de tiempo y otra vez una satisfacción de tomar la propia existencia y avanzar sin mirar atrás como la mujer de Lot.

5 comments:

Anonymous said...

La última vez que caminé por Cuenca encontré Persona de Bergman, y no estaba cara.

Lo que no se dice es infinito y no tiene una forma definida, precisamente porque no queda dibujado con palabras.

La historia de Lot fue uno de mis primeros acercamientos al erotismo; no tanto en las ciudades destruidas o la estatua de sal, si no luego, en las violaciones de las hijas al padre, la embriaguez premeditada, el semen inconsciente.

Un abrazo extraña.

Anita said...

Hola Hiscar, que bueno tenerte por aquí. La verdad cuando ví que tenía un comentario pensé que ya no me sentía tan sola. La historia de las hijas de Lot no está escrita aún.

Anonymous said...

Yo quiero saber tu versión de la historia de las hijas de Lot, ¿me la cuentas?

Ya ves que no estamos tan solos como pareciera; si algo tiene de bueno esta nota de los blogs es precisamente el acercamientos de extraños que por otros medios difícilmente te hubieses cruzado. Aunque ya que estás en la lista de correo del ITAE sigo preguntándome si alguna vez me crucé contigo en el cineclub.

Por cierto, ¿cómo hace uno para obtener una invitación al otro blog?

Anita said...

Supongo que puedo contar la historia de la mujer de Lot en algún momento.
He ido al cineclub algunas veces, hace poco para ver Hedwig, y hace un año también, para ver algo de Pasolini. Es probable que nos hayamos topado. El otro blog está suspendido. No voy a escribir en él porque de momento me resulta un espacio viciado. Así que va de ficciones, como digo.

Anonymous said...

Al de Pasolini creo que solo pude ir a ver Medea; me perdí Las mil y una noches, las otras ya las había visto. Me hubiese encantado ver Hedwig en pantalla grande, ni modo, ya se me hacía más lejos llegar; ahora toca buscar la copia pirata.

Espero la historia de las mujeres de Lot entonces. Un abrazo Anita.