Tuesday, December 26, 2006

Al fuego





María Marcillo hace caretas con retazos de diario El Universo. Ella y toda su familia se dedican a este negocio de tradición que los mantiene durante tres meses, luego vuelve a sus habituales actividades de lavandera o cocinera y así todos los años.
En toda la calle Seis de marzo del sur de Guayaquil los podemos ver, también a los nuevos muñecos que han reemplazado a los antiguos años viejos de acerrín. María Marcillo se relaja y piensa en la plata, en si todos los meses fuera 31 de diciembre.





Así van quedando. Hacer caretas puede tardar tres días porque hay que esperar que se sequen. María Marcillo prefiere usar almidón y dejar secar al sol. En esta época cualquier lluviecita puede costar caro, así que las coloca debajo de un techo de zinc. Así las caretas parecen cementerios de cal.



Y pensar que después de esto ya se las puede quemar. Hacerlas, secarlas, pintarlas para que ardan. Nacen para morir igualito que los seres humanos, ¿será por eso que mientras las fotografiaba me decían cosas, me contaban sus historias, sus llantos?

4 comments:

César Eduardo Galarza said...

Cuando era pequeño, durante los primeros cuatro o cinco años de mi vida, cada fin de año, sufría de crisis histéricas producidas por la visión de los viejos descabezados. Poco a poco, mientras crecía, fui dejando el pánico de lado y me encontré con una afición grata: me gustaba caminar cuadra tras cuadra buscando los puestos de venta de caretas. Los buscaba también cuando iba en autobus, emocionándome con cada nueva esquina que me ofrecía algo que aunque había visto antes, me resultaba sorprendente. Así año tras años, moda tras moda, personaje tras personaje.

Pásale bien querida y estimada extraña, ya nos veremos por ahí,

Sinceramente,

El Escaparate

Anonymous said...

Lo que siempre me gustó de fin de año fueron las construcciones temáticas con monigotes y utilería de cartón, con ese toque tan especial de humor callejero. A lo mejor por saberlas efímeras, no sé.

Doble abrazo Anita.

M said...

¿y qué decían?

Anonymous said...

casi siempre lloran penas, unas de pobreza, otros de amores contrariados. Otras simplemente se quejaban del calor, inocentes sin pensar en que el fuego será mucho peor. Otras habían reencarnado, habían conocido a mi papá, a mis abuelos y a todos los que han comprado alguna vez caretas para monigote.
saludos, Danny