Ya sabemos que Extraña 1 tiene una amiga que es Extraña 2, pero ellas no están solas porque hay más amigas. Emilia, por ejemplo, es un personaje peculiar, digamos que no llega al extrañamiento, pero tampoco es una mujer común. No podría serlo porque tiene una afición que ha hecho pública: fotografía los penes de sus aventuras amorosas y hace un album, tal cual los que se llenan con cromos. Digamos que esa es la única peculiaridad de Emilia, porque si obviáramos este detalle, sí sería una mujer común, pero los detalles hacen la diferencia.
Beatriz tampoco es una mujer común; la primera característica inquietante está en su cara poque tiene los ojos separados de la nariz. Belleza extraña le dicen algunos, cuando la persona les cae bien y no quieren decir que una mujer es fea. Los ojos de Beatriz son agrillados, por eso cuando la miro y me topo con esos dos huevos agrandados y oscuros yo veo un reptil. Más allá de eso tampoco hay más y Extraña 1 y yo decimos, que mejor que no lo haya. Igual seguimos buscando.
Sofía, en cambio, es tan risueña, tan típica, muy descomplicada y le fascinan los chupetes. No hay día en que no la veamos sacar uno de esa cartera multicolor que siempre anda moviendo de aquí para allá. Con esa sí se puede sentar una a conversar. Cuando Sofía habla y yo la escucho pienso que nos entendemos, que parece tan común y que no hay nada físico que me muestre cómo es, qué es lo que piensa y decido que eso me gusta. No hay nada mejor que descubrir que algo que parece común no lo es; más todavía, si muy pocas personas logran llegar hasta ese ser humano. Entonces, nuestra conclusión es que tenemos suerte, por la variedad, por el gusto, y por las amigas, así de sencillo y simple, pero...siempre hay un pero. Detrás de la presentación de las amigas está la búsqueda que jamás termina. Eso lo tenemos claro. Tan claro como que cuando se descubre algo valioso, aún a pesar de las búsquedas, hay que cuidarlo, mantenerlo, encariñarlo.