Monday, September 03, 2007

En taxi alfombra voladora, pero sin lámpara maravillosa

Hoy regresé temprano a casa; el camino habitual es en taxi o bus, pero siempre pido subir el paso a desnivel del cementerio y si tengo suerte también paso por el Hospital Luis Vernaza con ese color verde enfermedad que lo caracteriza. Yo en mi taxi alfombra voladora con un vientecillo delicioso alborontándose el pelo, sintiendo ligeramente los rayos del sol. Ese fue un momento perfecto, hacia arriba el Corazón de Jesús mirándome pasar. Y luego todas esas tumbas, los mausoleos, las cruces y el monte crecido. Mucha paz, muchas conversaciones alrededor de estos sitios. Un rato antes, aún en la oficina, me doy cuenta de que he chateado por horas. No me he dado cuenta y solo queda una pregunta. Es la pregunta por la dulzura. ¿Qué sgnifica ser dulce? ¿Qué es lo dulce? ¿A qué sabe eso? ¿Por qué se es dulce? Parece una cualidad y sin embargo escucho a cada rato lo dulce como cualidad para la cercanía. Pero, cómo, ¿si todas las personas que conozco tienen algo dulce? Recuerso algo de nuestra conversación virtual y ahí me resuena eso de que hay que descubrir ciertas cosas. Sí, me digo, es cierto, pero sólo hay un momento en que se descubren este tipo de cosas. Creo que coincides conmigo, pero eso lo sabré solo si vienes a Guayaquil. Puede ser un infierno o puede ser cualquier otra cosa. Cualquier otra cosa estará bien. El estadio vacío y muy pocos carros circulando a las cuatro de la tarde. En esta ciudad la dimensión desconocida se hace presente en cualquier momento, sobre todo, si caminamos por sus calles. Por fin, pienso, por fin, estoy llegando a mi casa, y por fin quiero llegar para conectarme otra vez, para escribir lo que me falta y terminar de una vez este proyecto que empecé hace tanto tiempo. Pero tengo sueño, pero tengo sed, necesito mi cama minúscula y mi silencio. Ahora sí puedo escucharme, no comprendo muy bien cómo es que no podía hacerlo, y de una manera súbita me escucho con claridad. Hay una vocecita que me dice que soy libre, no hay explicaciones, pero es así. Me he liberado de mí misma.

2 comments:

Anonymous said...

Cruzar ese mismo paso a desnivel fue una de mis rutinas cuando recién llegué a Guayaquil; rutina que retomé algunos años después cuando abrieron el MAAC Cine. A veces veía el cementerio, otras no le paraba ni bola; y es que los muertos no hacen mucha bulla. ¿Qué tan dulce será un cadáver?

Anita said...

Buena pregunta. Yo creo que super dulce, pero eso depende...